jueves, 29 de enero de 2015



Una nueva plataforma para un nuevo país


Sin, al parecer, remedio posible, Colciencias se sigue caracterizando por su falta de recursos y su desastroso hacer, con una permanente y paralizadora falta de planificación y  con una “producción” de múltiples molestias y vaivenes incomprensibles para los investigadores, a quienes más que como eso, se les trata como objetos investigados; que un año deben hacer una cosa, y al siguiente otra; que un año cuentan con un presupuesto de investigación y, al siguiente, normalmente disminuido, con otro; que un año se encuentran con una megabrillante plataforma, y al otro, se les cambia y se les supercomplica, volviendo, eso sí, con el diseño de sus campos informativos, a los viejos esquemas que separaban las denominadas "ciencias exactas", de las "ciencias humanas", porque cualquiera de los campos está hecho para eso, para la exactitud, para aumentar las diferencias, siempre desequilibrantes, entre los grupos; que un año, en fin, se ven sometidos a la aplicación de unos criterios de medición y, al siguiente, de otros; y así...hasta no se sabe cuándo, y así, como reza su eslogan, “todos por un nuevo país”.

Todo, como si fuese la característica de una eterna im-potencia, parece funcionar a base de remiendos. Todas las políticas de Colciencias, desde que ha comenzado, parece ser que a modernizarse con un mayor y más rígido control de los grupos de investigación del país, suponemos que benevolentemente necesario, lo único que hasta el momento han originado son trastornos, mentales y políticos, personales y grupales, nacionales y regionales.

Así, Colciencias, un aparato burocrático de Estado que debe coordinar el Sistema Nacional de “Ciencia Tecnología  + Información” y está conformado por los actores del conocimiento en la nación colombiana; en primer lugar, por la comunidad científica y académica, lo único que está legitimando es su mal hacer, porque a su existencia todavía no le hemos visto utilidad. Más que orientar, la política y los mandatos de Colciencias desorientan, más que estructurar, desestructura; más que nunca las cientos de quejas públicas por parte del profesorado investigador están justificadas. Si el control descontrolado (no planificado, sin plazos prudentes, con requisitos inoportunos) al que ahora se nos está sometiendo en esta nueva convocatoria de medición de grupos, ha de servir para algo, debe ser para para dedicar definitivamente mayores presupuestos a la investigación, para organizar primero y articular después los centros nacionales y regionales oficiales con un funcionamiento real, para relacionar las necesidades investigativas regionales a una planificación nacional coherente, para dar cabida a parámetros que midan los esfuerzos desde otras lógicas no cuantitativas, para hacer caso, en definitiva, (Colciencias, en tanto organismo estatal, no se sitúa por encima de los grupos e investigadores, antes al contrario, se debe a ellos) a una rabieta que no deja de amplificarse por las diversas plataformas de Crítica, Trastorno e Indignación que últimamente están aflorando por la comunidad científica y académica del país.

Alfonso Rubio


viernes, 12 de septiembre de 2014



El Grupo de Investigación Nación/Cultura/Memoria, el Departamento de Historia y Biblioteca Mario Carvajal de la Universidad del Valle, en alianza con el Banco de la República, la Pontificia Universidad Javeriana y el Archivo Histórico de Cali, tienen el gusto de presentar la primera edición del Seminario Permanente Cultura Escrita en Colombia. Esta versión inaugural del Seminario, que lleva por título: "El documento escrito entre el Consejo de Indias y las instituciones americanas", contará con la participación de destacados investigadores nacionales y extranjeros, en una dinámica que combina conferencias magistrales, presentaciones de líneas de investigación, y talleres teórico-prácticos. 
 
 

PROGRAMA DE ACTIVIDADES

 
 

I. Sesión de Conferencias

 
Fecha: Martes 14 de octubre
Hora: 9:00 a.m.
Lugar: Banco de La República. Auditorio Área Cultural. Calle 7 N° 4 – 69.
9:00 a.m. -  12 .m.
Guamán Poma de Ayala y la escritura del trauma
Mauro Vega Bendezú (Universidad del Valle, Cali)
La escritura del archivo. Medio de control burocrático en Indias
Alfonso Rubio (Universidad del Valle, Cali)
 
4:00 p.m. - 7:00 p.m.
Las instituciones peninsulares y americanas de gobierno indiano
Fernando Mayorga (Universidad del Rosario, Bogotá)
El documento y el sello real en Indias: su uso como estrategia del poder
Margarita Gómez Gómez (Universidad de Sevilla, España)
 

II. Taller teórico-práctico: Los registros sacramentales como fuentes documentales para la historia

 
A cargo de: Margarita Gómez Gómez, Profesora Titular Acreditada a Cátedra de Ciencias y Técnicas Historiográficas (Universidad de Sevilla, España).
Fecha: Miércoles 15 y jueves 16 de octubre
Horario: 9:00 a.m. a  12 .m. y 3:00 p.m. a 6:00 p.m. (12 horas en cuatro sesiones)
Lugar: Archivo Histórico de Cali. Centro Cultural. Carrera 5 # 6 – 05, Segundo piso.
Cupo limitado hasta 30 participantes.
Inscripción a: oeussego@banrep.gov.co  o en el teléfono 6847751 – 52
Abiertas hasta el 6 de octubre de 2014.
 
Programa taller teórico-práctico
Miércoles 15 de octubre
Primera sesión  9:00 a.m.- 12:00 m.
Organización territorial de la Iglesia en América Colonial. Arquidiócesis, Diócesis y Parroquias. El regio patronato indiano
Segunda sesión  3:00 p.m. – 6:00 p.m.
Documentos propios de las parroquias
 
Jueves 16 de octubre
Tercera sesión 9:00 a.m.- 12:00 m.
Los libros sacramentales. Análisis documental y diplomático I
Cuarta sesión 3:00 p.m. – 6:00 pm.
Los libros sacramentales. Análisis documental y diplomático II
 
Metodología
Sesiones teóricas y prácticas para la interpretación de fuentes históricas relativas a la organización de la Iglesia en América con lectura y análisis diplomático de documentos y libros parroquiales de los siglos XVI a XVIII.
 

III. Presentación de líneas de investigación

 
Fecha: Viernes 17 de octubre
Hora: 9:00 a.m. - 12:00 m.
Lugar: Universidad del Valle. Auditorio Angel Zapata Ceballos
 
Conferencia de inicio: Diplomática e Historia: métodos y líneas de investigación para el estudio del documento.
Margarita Gómez G. (Universidad de Sevilla, España).
  • Presentación del proyecto de Excelencia SEYRE (P09-HUM5174): El Sello y Registro de Indias: la Imagen Representativa del Monarca en el Gobierno de América (Directora: M. Gómez G.)Miembros del Grupo de Investigación Calamus del Departamento de Historia Medieval y Ciencias Técnicas Historiográficas (Universidad de Sevilla, España).
  • Presentación de las líneas de investigación del Grupo de Investigación del Departamento de Historia Nación/Cultura/Memoria a cargo de la profesora Carmen Cecilia Muñoz (Departamento de Historia, Universidad del Valle).
 

IV. Conferencias para la Maestría de Historia de la Universidad del Valle (abiertas al público)

 
Fecha: Viernes 17 de octubre
Hora: 4:00 p.m. - 7:00 p.m.
Lugar: Auditorio Germán Colmenares. Departamento de Historia. Facultad de Humanidades, Edificio 385
Gobernar en la distancia: el valor de la escritura y el documento en el gobierno de las Indias
Margarita Gómez G. (Universidad de Sevilla, España)
Usos y abusos del sello real en la Audiencia de Santa Fé durante el siglo XVI
Jorge Pérez Cañete (Universidad de Sevilla, España)
 
 
Fecha: Sábado 18 de octubre
Hora: 9:00 a.m. -  12:00 m.
Lugar: Salón de Maestría. Departamento de Historia. Facultad de Humanidades, Universidad del Valle, Edificio 385
La gestión de los negocios de Indias y el "ministerio de papeles: el nacimiento del expediente
Margarita Gómez G. (Universidad de Sevilla, España)
 
 
 
 
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Todas las actividades son de entrada libre, el taller, sin embargo, requerirá de inscripciones previas pues su cupo es limitado. El evento se llevará a cabo entre el 14 y 18 de octubre.
 
 
 
 


miércoles, 14 de mayo de 2014


Exposición de Libros Antiguos

Biblioteca Mario Carvajal
Universidad del Valle  
19 de mayo-26 de junio


Conferencistas:
Alejandro E. Parada (Universidad de Buenos Aires)
Camilo Páez (Biblioteca Nacional de Colombia)
Alfonso Rubio (Universidad del Valle)


Lugar:
Auditorio Ángel Zapata Ceballos / Biblioteca Mario Carvajal / Universidad del Valle
21-23 de mayo.

Detalle de conferencias y curaduría:

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jueves, 12 de diciembre de 2013


La escritura de una jornada particular



Por Alfonso Rubio Hernández
Profesor del Departamento de Historia
Universidad del Valle

Son las 8 de la noche y en una voz alta que no supera los 40 dB, prácticamente a la misma intensidad de una conversación normal, leo para María un cuento que se titula La rebelión de los electrodomésticos. Llegamos a la página diez, cuando entra en acción el diálogo de la aspiradora, pero afortunadamente mi voz no alcanza el nivel de los 70 dB que ella produce y encuentro a María ya dormida.

            Sin transición, paso de la cama de María a la mía y retomo los relatos de Alice Munro, una escritora canadiense, Premio Nobel este año de 2013 y librera en la década de los 60 del siglo XX. Algunos ajenos e impertinentes comentarios que se han producido a lo largo del día y han herido mi sensibilidad, interrumpen o nublan mi lectura, pero me autoconsuelo camuflando la importancia que realmente tienen y retomo la lectura en la línea o el párrafo a partir del cual no me estaba enterando de nada. Esta vez leo íntimamente, exclusivamente para mis adentros y, como ya sólo miro para ellos, la fatiga a las 9:30 p.m. apenas me deja activar la alarma de un viejo despertador que tiene marcada la hora de las 5 de la madrugada. A esa hora despierto para que la niña pueda tomar su bus escolar. A partir de ahí comienza mi nueva jornada particular.

            Antes de mirar mi agenda, que formo a base de informales hojas sueltas  reutilizables, y antes de refrescar algunas notas que ayer escribí para la clase de hoy, reviso el buzón de entrada de mi correo electrónico. En él firmo con la letra A porque es la inicial de mi nombre y necesito responder con velocidad a tanta cantidad de mensajes, generalmente breves, que me permiten utilizar una gran variedad de criterios para su clasificación: relevantes y banales, amistosos y laborales, útiles e inútiles, insípidos y divertidos, esperados  e  inesperados, esperanzadores  y desesperantes, con  adjunto  o  sin adjunto: -¿Quieres adjuntar algún archivo? En el mensaje has escrito “adjunto”, pero no hay ningún archivo adjunto ¿Quieres enviarlo de todos modos? –Pues sí, hombre, envíalo ya, que no puedo perder más tiempo contigo. Pero ¿con quién hablo? Me he dejado dominar por el hábito a los correos electrónicos y soy un adicto irreversible. Vas a enloquecer, suprime contactos, mantén un horario estable para darles respuesta, la inmediatez es un engaño que sólo activa tu esquizofrenia, John Wayne fue un hombre tranquilo.

            Escritos de vida efímera, pero que últimamente debo guardar en archivos Word. No es que sea mi intención chantajear a nadie descubriendo tramas financieras, pequeñas o grandes corruptelas, no, lo hago porque con el tiempo, tanto emisor como receptor (yo y él, él y yo) dejamos de recordar con exactitud lo que un día nos dijimos. Ah, por cierto, se me olvidaba, la A, mi A, no sé por qué, siempre se me aparece simbolizando los significados, no reñidos, de principio y anarquismo.

            Después de reponer energías, estoy listo para enfrentarme al mundo exterior. Al descender las escalas me topo con el cartel que desde hace meses cuelga en el portal de entrada al edificio: CIERREN CON CUIDADO. Salgo a la calle pensando en ese imperativo que no agrede, mi imaginación se traslada a múltiples escenarios y hasta intenta desvelar la personalidad de quien fuere su autor, pero enseguida, a medida que avanzan mis pasos, unas nuevas lecturas, carteles de establecimientos comerciales, desvían mi atención: TODO a $10.000. Dido Peluquería. Corte. Cepillado. Manicure-Pedicure. Depilación con cera. Mechas. Maquillaje. 3398575; LAVANET del Sur. Lavandería-Internet. Sastrería. Clínica de ropa. 3009574086; MERCADIARIO AUTOSERVICIO. Lacteos. Frutas. Verduras. Carnes frías. Servicio a domicilio. Licores. Granos. Aseo. Papelería. 3305050; POSTRES & PASTELES CASA BLANCA. Servicio a domicilio. 3395425.
           
            En una sola calle de corto recorrido, textos prácticamente contiguos que de tan familiares que se han hecho para mí, no pienso en ellos, no soy consciente de su significado más allá de su utilidad como reclamo comercial; como diría el poeta argentino Oliverio Girondo, la costumbre nos teje diariamente una telaraña en las pupilas. La escritura  invade nuestra cotidianeidad y ahora, para seguir mi camino, debo esquivar la valla de la esquina que, en caracteres negros de una letra romana capital mayúscula de caligrafía cuadrada con fondo amarillo está diciendo PROHIBIDO APARCAR, sí, una letra igualita a esta Times New Roman. Atravieso el Edificio que siempre me grita su nombre: TORRES DE LA RIOJA, como si de un reclamo natal se tratara, quién sabe si celestial. Poniendo en práctica la Ley del Mínimo Esfuerzo, por el sendero más corto, cuando llego a la Calle 13 (siempre muy traficada), debo cruzarla por un lugar sin semáforo para situarme en la acera que, en línea recta, me lleve a la Cafetería OMA del Supermercado ÉXITO, en el Centro Comercial UNICENTRO; después de casa, mi segunda oficina de trabajo.

            Entre paso y paso, entre una mirada y otra a una escritura que exige mi atención, desde que he salido de casa no he dejado de construir mentalmente el siguiente párrafo del artículo, todavía inconcluso, que actualmente no me deja dormir. El poeta cartagenero Raúl Gómez Jattin murió en 1997 atropellado por un bus en las calles de su ciudad. Cuando atravieso una peligrosa vía sin semáforos siempre pienso en él y que en esos momentos en que vio la muerte, había conseguido al fin acabar su mejor poema, un poema que construyó enteramente en su memoria y que nunca pudo fijar por escrito.

            OMA ofrece una estimable variedad de cafés, granizados y cócteles, que anuncia en la pared más visible y extensa con la que cuenta. Caracteres blancos sobre fondo negro siguen esta clasificación: ESPRESSOS (cortado, 2400; doble, 3000; largo 2400; machiato 2400;…); TRADICIONALES (capuccino, 3600; capuccino caramelo, 4200; café latte, 2900; tinto americano, 1800;…); ESPECIALES (café jengibre, 6300); café colombia, 5900; café tradición, 7000: café italiano, 6300;…); GRANIZADOS (sencillo, 3900; crema, 4700; doble crema, 5700; espresso arequipe, 4800;…); y CÓCTELES FRÍOS (padrino, 7100; daiquiri maracuyá, 8100; cóctel oma especial, 8100; madrina, 7100;…)

            No necesito mirar tal variedad para solicitar mi café, ni siquiera necesito decir nada, sólo mi familiar –Buenos días y, a los pocos minutos, con mi nombre escrito en un vaso de plástico recojo mi tradicional tinto americano. Me acomodo en una de sus mesas, siempre, a ser posible, en la del rincón. Leo algunas páginas del texto titulado Entre las calles vivas de las palabras, de Carmen Rubalcaba Pérez; por cierto, hablando de poetas, un título que se encuentra reproducido en los versos del poema Elegía desde Simancas (Hacia la Historia), del poeta español Claudio Rodríguez.

            Mitad de diciembre, parece que hoy se ha madrugado mucho y las mesas comienzan a llenarse de iPods, tablets y celulares con ganas de funcionar sin descanso. Desde mi atalaya privilegiada, levanto la mirada del libro y echo un vistazo a mi alrededor: Precio insuperable. Productos sólo a $1000. La mejor navidad. Cosecha fresca. Oferta: 30 unidades huevo rojo Ekono $6490. Duopack Postobón $5500. Oferta Mango maduro x 500 g. $990. Ahorrar es vivir con Éxito. Primero consumo los textos escritos mediante una lectura rápida, mental, sintética. Parezco un lector culto. Pero estamos en el mes de diciembre y el supermercado ya se ha llenado de previsores compradores. Estoy al lado de una jauría de voces humanas que persiguen con su lengua centenares de productos navideños y me obligan a hacer una lectura lenta, con continuidad, sin pausas, fundando mi lectura no sobre la vista, sino sobre la escucha de mi propia voz. Parezco entonces un lector semialfabeto, un niño que lee en voz alta.

            Signos numéricos y alfabéticos, mayúsculos y minúsculos; blancos, verdes, amarillos y negros; redondos y cursivos, sobre fondos igualmente multicoloreados y llamativos. Hay una determinada calidad de impresión, un determinado tipo de caracteres, un aspecto formal intencionado al que me parece no hacer caso, al que no quiero hacer caso, al que, al pensarlo, se lo hago; es una eficiente, higiénica, una alfabética presentación que  inconsciente o conscientemente me atrapa, que irremediablemente me acerca al sabor comercial de una papaya que, con seguridad, luego en casa, devoraré lingüísticamente.

            Faltan 15 minutos para las diez de la mañana. Salgo de la cafetería para dictar mi clase de los miércoles de Paleografía y creo entonces que puedo respaldar el porqué de esto que primero sólo estuvo en mi pensamiento y ahora se ha convertido en escritura: siento una constante necesidad de responder sobre la identidad fundadora de mi actividad profesional, pues esta ha sido, supongo, mi elección de vida, aunque sólo encuentre respuestas efímeras y provisionales. Como quien pregunta a un documento histórico, se me apoderan la imposibilidad y el desasosiego, no puedo obtener respuestas reales para saber si mi elección es equívoca o no. Pienso que sí, pero no importa, como el mismo documento histórico escondo una recóndita intencionalidad y soy inagotable para poder seguir explorándome. Con seguridad la desmesura del desasosiego es más aparente que real; con seguridad, esta mañana transcribiremos una procesal encadenada de un viejo juicio criminal y todos quedaremos insatisfechos después de leerlo. Posiblemente nos embargue la emoción (¿qué más queremos?), posiblemente resucitemos a Pierre Rivière y acumulemos infinidad de preguntas, tan equívocas como la propia realidad histórica.

            Tan fragmentado y ambiguo como las respuestas que pudiéramos dar a este pedazo de juicio criminal del año de 1659, avanzo hacia el aula 1017 del Edificio 333 de la Universidad del Valle. Para poder entrar en ella, en un espacio posible de aproximadamente 300 metros, abarcable, humano, que pueda recorrer con mis piernas, intento encontrar alguna señal luminosa color verde, rojo o ámbar que sea indicio de que ahí hay, al menos, un semáforo. Espero paciente, por fin, la señal de un verde que te quiero verde que me permita adentrarme directamente por la puerta de la percepción peatonal de la Universidad, pues estoy anclado en el semáforo que se sitúa enfrente de ella. Recorro las huellas de una cebra descolorida; luego, después de rebasar los 5 metros de ancho de una ciclovía, las de otra, también descolorida. Ya en la acera que bordea la entrada, una señora parece hacerme aspavientos con su mano derecha para adosarme un ejemplar del ADN que le pesa en la izquierda; o sea, pone en mi mano, sin permiso previo, precipitadamente, 5 pliegos unidos de papel periódico que en su portada de hoy reza así: VENGANZA, CAUSA DE LA MAYORÍA DE HOMICIDIOS EN CALI.

            Dentro de la U atravieso un largo pasaje de columnas que no son romanas ni están llenas de graffiti, pero sí de muy distinta papelería y grafía que a un lado y otro, entre bananas y artesanías de caña, anuncian el alquiler de un apartamento, el inicio de una maestría, la venta de una bicicleta y una trompeta, un curso de yoga y otro de psiquiatría, la programación de un ciclo de cine y otro de teatro, un “Grandioso Concierto de Salsa”, la conferencia del doctor Jaime Jaramillo, experto en esoterismo. Es inevitable no leer alguno de estos anuncios artesanos, y hoy he leído tantos que mi cerebro, convertido ya en una inmensa batidora, está creyendo que esta ciudad es, en verdad, un rico cóctel de bio-diversidad.

            Llego a clase algo confundido e intento aclararme dentro de un esquema evolutivo que me recuerde y sitúe en el tiempo y en el espacio la forma de algunos tipos de letra: capital mayúscula romana, uncial, lombarda, irlandesa, visigótica, gótica, carolina, cortesana, procesal,  humanística. Respiro un poco. Efectivamente, como intuí, resucitamos a Pierre Rivièrre, pero no fue emoción lo que surgió, más bien, la letra procesal de la copia del jugoso manuscrito que debíamos analizar estaba tan encadenada y asustó tanto que no supimos ni quisimos preguntar nada, ni al documento ni mucho menos al ciudadano francés.

            Más fatigado que preocupado (la letra era de un nivel excesivo), regreso a casa, esta vez bordeando la maltrecha y ridícula acera que circunda los límites de la Universidad dirección norte por la misma Calle 13 de antes. Una, dos, tres marquesinas para el bus dispuestas a unos 100 metros de distancia una de otra, publicitan con diseño profesional que combina imagen, color y texto: NUEVO SABOR A MANZANA. Del Valle FRESH. Un placer que te refresca; FERIA DE CALI. Colombia te invita a conocer su: Gastronomía. Música. Cultura. Un universo a tus pies; LOS REGALOS DE NAVIDAD CLARO. Llévate estos equipos desde $0. Sólo pagas el IVA de $8240[1].

            Abro el portal del edificio donde se encuentra mi apartamento, recojo un sobre con extractos bancarios, la publicidad de una nueva pizzería que se ha instalado en el barrio y la factura de los servicios. Más números que letras, me digo, más signos arábigos que fenicios; el archivo familiar está a punto de desbordarse y deberíamos expurgar la documentación de algún que otro año sin hacer selección de ningún tipo, para qué; para qué la selección, no corro ningún riesgo, pues soy un ciudadano modélico y cumplo siempre con mis obligaciones. Tú sí, pero la Administración no, recuerda, conserva al menos el recibo de pago de aquel nunca realizado Mega-proyecto, quién sabe si habrá devolución de esta descarada Mega-estafa. Para qué, después de hace tanto tiempo, se ha convertido en una muletilla de extrema resignación.

            Almuerzo y a las 4 pm. despierto de una reparadora siesta. Leo, Leo, Leo es el nombre de la protagonista en la película homónima de José Luis Borao, porque leer no leo nada, soy un perfecto profesor universitario que sólo sabe escribir. Estoy atrapado por un perverso sistema crediticio y no es aconsejable recomendar la lectura de Adiós a la Universidad. El eclipse de las Humanidades, de Jordi Llovet; se corre el riesgo de que el sistema se desbarate y además, como digo, para qué. Para qué siempre es un pregunta inútil, decía mi difunto amigo Juan García; y es un máxima que sigo y seguiré poniendo en práctica para no preguntarme nunca por la finalidad de la vida.

            Espero entonces que pase el tiempo revisando facturas de letras y números diminutos, de perfecta estructura contable, aunque particularmente no entienda nada y tenga que llamar por teléfono a Emcali o a Claro para que me expliquen los nuevos cambios operados en su confección: se han suprimido algunos antiguos conceptos y otros se han cambiado por nuevas denominaciones, más actuales, más eufemísticas y acordes con los nuevos y cordiales tiempos que corren.

            Son las 6 de la tarde y María regresa del parque. Entra por la puerta de la casa y nada más verme me pone en la mano (esta vez pienso que sí, que es un verdadero ADN) una pequeña hoja cuadriculada de libreta donde puedo leer los caracteres mayúsculos que la desbordan, que me desbordan: PAPA QUANDO ME BAS A COMPRAR EL ARBOL DE NAVIDAD? En dos horas debe acabar sus deberes para el cole de mañana. Le ayudo a colorear algunas escenas hogareñas que se representan en uno de los pliegos que me acerca, mientras en su libro de texto, la Cartilla Micho, ella repasa las líneas de puntos suspensivos de nuestro alfabeto en caracteres minúsculos. Como una estela de luz que alumbra el pasado, los puntos suspensivos me llevan a recordar el primer libro que por iniciativa propia me atreví a comprar en una de las dos papelerías, más que librerías, que por aquel entonces había en mi pueblo. Era el Dictaditos, lo refresqué y comprobé hace poco, de 4º curso en su 5ª edición de 1970. Era el Dictaditos una obra adaptada a los cuestionarios de enseñanza primaria para aprender ortografía, en aquellos tiempos en los que el aprendizaje se basaba en la memorización y no en la comprensión. Un obra seriada creada por el español Andrés Pascual Martínez que comenzó en la década de los años 50 y concluyó en la de los 80 del siglo XX. Llegó hasta el 6º curso con un sinnúmero de ejemplares vendidos en el total de incontables ediciones.

            Qué papelería aquella, venida de una tradición decimonónica de impresores, se veían en sus estantes folletos de propaganda, carteles publicitarios, fotografías, programas de espectáculos, billetes de cine, de teatro, de bailes; postales, cromos, esquelas de defunción, tarjetas de comercios; a cada tipo documental le correspondía un sentimiento personal diferente. El papel, tal vez sea la base material de su procedencia, actúa como una especie de atracción natural y nadie está libre de ella.

            En fin, no quiero seguir recordando; el recuerdo, como ese “para qué” futurista, pueden convertirse en estados de ánimo terroríficos y ya pasó mi edad-pesadilla. Dan las 8 de la noche de este miércoles 11 que estoy a punto de tachar con un X en la hoja  número 12 de un calendario del año 2013 al que pronto daré fuego. Son las 8 de la noche y no quiero convertirme en el Bill Murray de El día de la marmota. Adiós.



[1] Increíble, ¡¿una nota a pie de página en un cartel publicitario!! No puedo creerlo, como en los escritos académicos, ¡¡una nota a pie de página!! ¿Habrá alguien que se atreva a leerla?: “Los equipos identificados con precio cero pesos son: LG Optimus L3 II, Motorola Razr D! y Nokia Lumia 520”.

domingo, 27 de octubre de 2013


Nuevo libro: 

Ensayos de historia cultural y política. Colombia, siglos XIX-XX


Gilberto Loaiza Cano y Maira Beltrán (Editores). Ensayos de historia cultural y política. Colombia, siglos XIX y XX
Cali: Programa Editorial Facultad de Humanidades, Universidad del Valle, 2012, 355 páginas.  ISBN: 978-958-765-008-2

Ejemplar e innovador son dos palabras que pueden parecer recurrentes o exageradas al momento de anunciar el lanzamiento o la aparición de cualquier libro. Pueden sobredimensionar, pueden explicar sesgos, pueden, en síntesis, afirmar problemas o evidenciar ánimos mercantiles. No obstante, estas mismas palabras, adecuadamente expresadas, sirven para dar una idea significativa de lo que implica la aparición de este conjunto de ensayos en el actual contexto de producción historiográfica regional y local, característicamente pobre en calidad y cantidad.

El libro resulta ejemplar no porque aspire a llenar vacíos, o a exhibir nuevas maneras de hacer historia, sino porque logra dar cuenta de los intereses e inquietudes disciplinares de distintas generaciones de profesionales de la historia formados y/o vinculados con el Departamento de Historia de la Universidad del Valle y, más específicamente, con uno de sus grupos de investigación. En otras palabras, los once artículos reunidos exponen una mirada a la historia de Colombia desde un ámbito académico específico, por lo que además de ilustrar los intereses temáticos acogidos en el medio, permiten visibilizar el conjunto de preocupaciones, influjos y perspectivas teóricas y metodológicas que han sido exploradas, interrogadas y aprovechadas para la construcción de conocimiento en la disciplina.

Resulta también innovador porque aglutina temas y problemas de interés historiográfico muy diversos, relativamente poco explorados y menos aún divulgados. El libro reúne ensayos dedicados a explorar la imagen del poder en el Antiguo Régimen y la construcción de una retratística memorial regional, junto a otros preocupados por la génesis de la producción fílmica en Cali o el desarrollo de una narrativa pornográfica en esta misma ciudad. Este interés por explorar representaciones e imaginarios, comparte espacio con indagaciones ubicadas específicamente en el ámbito de lo político -de la cultura política, si se quiere- y que se interrogan por la génesis del ciudadano republicano, las formas de sociabilidad decimonónicas, y el lugar del ejercicio diplomático y el clero en el proceso independentista y de construcción republicana. Varios de estos trabajos se articulan así a los actuales debates sobre la construcción de las naciones latinoamericanas, debates claramente propiciados por el clima bicentenario. Este libro incluye, finalmente, ensayos relativos a la evolución de una carrera militar en el Nuevo Reino de Granada, y a la vida cotidiana de una prestigiosa miembro de la élite caucana durante la primera mitad del siglo XIX, por lo que también pueden introducir al lector en el conocimiento de actores históricos que sólo recientemente han cobrado visibilidad en la producción historiográfica nacional. Además de mostrar cierta inclinación hacia el modelo prosopográfico, estos trabajos integran perspectivas cercanas al análisis microhistórico, explorando prácticas específicas de dos vidas disímiles a través de fuentes generalmente no aprovechadas (la correspondencia, por ejemplo) para ayudarnos a entender la complejidad de ciertas dinámicas y conflictos sociales inherentes a los escenarios de transformación social. 

Dando término a esta breve noticia del libro, no sobra insistir en que aún persisten vacíos enormes en el conocimiento general y específico de nuestra historia regional que demandan investigación y reflexión por parte de historiadores y científicos sociales. Esfuerzos editoriales aglutinantes, como el aquí presentado, tratan de satisfacer un poco esa demanda, al sumar empeños individuales interesados por dinamizar y complejizar un campo disciplinar que por momentos parece estático. Así, el grupo Nación/Cultura/Memoria invita a la lectura y crítica oportuna de estos once Ensayos, circunstancia sin la cual el trabajo expuesto en sus 355 páginas no podría quedar completo. 


Contenidos:

1. Ana María Henao Albarracín
Ceremonias y representación del rey. Un acercamiento a las formas de legitimación y propaganda del poder regio en la sociedad colonial neogranadina. Cali, siglo XVIII.

2. Alfonso Rubio Hernández
Víctor de Salcedo y Somodevilla. La carrera ascendente de un hidalgo en la Reforma Militar de la Nueva Granada.

3. Viviana Arce Escobar
El clero y la Independencia en la historiografía colombiana. Nuevos temas y tendencias recientes.

4. Catalina Ahumada Escobar
Labores, oficios y vivencias en una hacienda esclavista. La historia de Mariana Arboleda en la Hacienda Coconuco (1820-1850).

5. Maira Beltrán
Debates en torno a la Independencia: sectores populares, poderes periféricos.

6. Gilberto Loaiza Cano
El criollo: de súbdito a ciudadano.

7. Nhora Patricia Palacios Trujillo
La construcción de la ciudadanía en Colombia: 1809-1838.

8. Viviana Olave Quintero
Un diplomático inglés en las regiones equinocciales. El viaje de John Potter Hamilton por el interior de las provincias de Colombia, 1824-1825.

9. Carmen Cecilia Muñoz B.
Retratistica, mito patriota y élites en la creación del departamento del Valle del Cauca.

10. Yamid Galindo
Veinticinco segundos de película: María (1922). Primer largometraje del cine colombiano.

11. Diana Carolina Gutiérrez R.
Génesis de la novela pornográfica en Cali, 1960-1975.



miércoles, 7 de agosto de 2013


Los archivos personales:

Un patrimonio que se nos va a la capital

           
 
            Entro al catálogo en línea de la Biblioteca Luis Ángel Arango. En el campo “Índice de Autor” incluyo un nombre completo: Andrés Caicedo Estela. La búsqueda arroja un total de 150 registros. En la primera pantalla, entre las ediciones comerciales de sus obras, leo otras referencias como: “Angelita y Miguel Ángel [manuscritos]: historias para cine”; “Cuaderno de dibujos infantiles”; “Los diplomas [manuscritos]: drama rutinario”, o “Las aberraciones que claman piedad odio tras odio [manuscritos]: (cuento)”. Pincho la referencia nº 7: “Que viva la música [manuscritos]: cuadernos”. Efectivamente, el resultado corrobora lo que estaba imaginando: aparece una descripción física de 3 volúmenes de 28 cm., escritos a mano, con anotaciones de diferentes temas y “manchados”, con “algunas hojas arrugadas”. El resultado corrobora mi nervioso presentimiento, pero no puedo creerlo, el archivo personal de Andrés Caicedo, un caleño que se entregó intensamente a escribir y reescribir la ciudad de  Santiago de Cali, viviéndola y padeciéndola; a contarla en sus avenidas, plazas y calles, en escenarios y personajes que sólo pueden ser entendidos desde su particular identidad urbano-cultural, el archivo personal de Andrés Caicedo se encuentra en la capital de la República de Colombia, en Bogotá.

 
            El 12 de julio de este al parecer prometedor año de 2013 para una renovada Cali, con sus Juegos Mundiales entre julio y agosto; su Patrimonio Álvarez en septiembre, inaugurado por el presidente Santos, quién sabe si acompañado de su colega Obama; y los resucitados Black Sabbath en octubre; la Biblioteca Nacional de Colombia (BN) reunió en la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero a distintas instituciones relacionadas con el Patrimonio Documental y Bibliográfico de los Departamentos del Valle y Tolima. En cumplimiento, según la propia BN, de su misión patrimonial, esta intenta abordar el diseño de una Política Nacional de Patrimonio Bibliográfico y Documental cuyo resultado debe necesariamente responder a las necesidades de las regiones y el país.
 

            Entre otros temas, el posterior debate a la exposición del ponente, se centró en lo que podríamos llamar “desertización cultural” de la región. Como muchas veces he oído, con un tono, primero, de rabia, que va atemperándose para pasar conclusivamente a la resignación, se puso de manifiesto el malestar generalizado que existe en la ciudad de Cali por colecciones particulares de escritores, políticos, educadores o fotógrafos caleños, o residentes en Cali con ejercicio de su actividad laboral  en esta ciudad, que van a parar a instituciones públicas o privadas de la ciudad de Bogotá.

 
            Los archivos históricos permiten valorar un pasado concreto y apoyan nuestra orientación presente y futura, no importa si nos hablan de hechos constructivos o bárbaros; conocerlos todos debe siempre fortalecer  y mejorar nuestra convivencia ciudadana. Hay personajes (historiadores, artistas, filósofos, políticos, etc.) que han tenido una importancia decisiva con su producción o su pensamiento. Recuperar sus palabras (archivos sonoros), la escritura de su obra y los testimonios que rodearon su vida (cartas, fotografías, borradores manuscritos, recortes periodísticos, objetos) permite aproximarnos a su intimidad para poder profundizar o reenfocar su pensamiento, para aumentar el caudal de conocimiento que su figura aporta a la sociedad.
 

            Los fondos documentales de estos relevantes personajes suelen acabar, después de su fallecimiento, en manos de familiares o amigos. Su papel, por tanto, junto al papel que puedan desempeñar las instituciones, es fundamental para garantizar la conservación y posterior uso y difusión del mismo. Si es su deseo, las familias pueden enviar esos fondos a las instituciones mediante distintas modalidades de ingreso: donación, compra, legado o depósito. Hasta recientemente, la forma más habitualmente empleada era la donación a bibliotecas, universidades o archivos públicos: la entrega pura y simple, sin mediación de compra o intercambio de bienes. Pero el fortalecimiento de las instituciones privadas (pienso ahora en la Universidad EAFIT de Medellín), que frecuentemente utilizan el procedimiento de la compra para enriquecer su “sala de patrimonio documental”, está haciendo que las familias, dueñas de estos archivos privados, los vendan al mejor postor o, simplemente, a quien les ofrece una contraprestación económica por una segura custodia y divulgación de los mismos[1].
 

            En muchas ocasiones, las familias sólo buscan asegurar la conservación de estos fondos en una institución que garantice además una buena difusión de los documentos al investigador y al público en general. Si las instituciones existentes en la ciudad origen del fondo no se comprometen con ambas facetas, con una adecuada conservación, acceso y difusión, con seguridad las familias trasladarán de ciudad sus archivos personales buscando el lugar más conveniente para ello, normalmente la Biblioteca Nacional de Colombia y la Biblioteca Luis Ángel Arango, ambas en la ciudad de Bogotá.
 

            La compra de estos fondos y la falta de compromiso (muchas veces por falta de medios que garanticen un correcto tratamiento de los mismos) conlleva, por tanto, dos posibles desenlaces: 1. Que los archivos personales o familiares acaben en manos de instituciones privadas; y 2. Que las instituciones públicas regionales, más empobrecidas, generalmente, que las centrales, no reciban fondos documentales de este tipo. Las consecuencias, en ambos casos, para el sector público nacional, son graves: la disminución de sus potencialidades culturales y la excesiva centralización de su patrimonio documental, que desequilibra el enriquecimiento cultural de las “regiones”.

 
            El archivo personal de Andrés Caicedo (aunque significativo es sólo un ejemplo) conforma un patrimonio que, por el sentido natural del término y el sentido último con que sus páginas cobraron vida, está apegado indisolublemente a la ciudad de Cali. Sin él, nadie interesado por esos tres volúmenes manuscritos de "Que viva la música" puede visitar la ciudad de Cali, no podemos dar trabajo a documentalistas o archivistas, ni formarlos para que, como Matthias, El Archivista de la novela homónima de Martha Cooley, sienta la llamada de muchas voces en las hojas sueltas manuscritas, cartas y fotografías que componen las colecciones particulares de la biblioteca universitaria donde trabaja;  tampoco podemos organizar exposiciones, o seminarios dedicados al autor acompañados de documentos originales que un día tuvo en sus manos; sin poder familiarizarnos con lo que un día fue suyo, será difícil querer más y más el mundo personal de Caicedo y de todos los angelitos empantanados que le rodearon. Tal vez, ante esta ausencia, sea más grave la sensación que pueda permanecer en la ciudad, como si Cali no fuera capaz de inventariar o catalogar estos archivos privados que salen de ella para emprender un viaje antinatural. Creo que la donación del Archivo personal del dirigente sindicalista Ignacio Torres Giraldo por parte de sus familiares a la Biblioteca Central de la Universidad del Valle y su puesta a punto por medio de la confección de un riguroso inventario analítico, es una muestra, al mismo tiempo, de generosidad y capacidad para poner al servicio del historiador y del interesado en general, un valioso fondo documental.
 

            Las instituciones deben hacer frente a la desertización cultural, pública y regional. En la reunión mencionada del 12 de julio, la Biblioteca Nacional habló de construir un política concertada en aspectos como la gestión, la recuperación, la organización, la preservación y el acceso y la difusión del patrimonio bibliográfico y documental; habló de fortalecer la regionalización; habló, en definitiva, de empujar y apoyar una descentralización y conceder mayor autonomía a las bibliotecas departamentales, que deben contar con la ayuda necesaria para dar visibilidad a sus fondos y emprender acciones de  dinamización cultural con ellos, lo que en última instancia debe prevalecer en los intereses de las familias dueñas de relevantes fondos privados. Como si una nueva modernidad atravesara la ciudad de Cali, deseemos que esta descentralización sea eso, un signo de  modernidad que transforma ámbitos familiares y tradicionalmente gobernables, que descentraliza sistemas de relaciones que parecen estabilizados desde y para siempre.
 

            Sócrates decía que las leyes pocas y justas, pero que se cumplan. Colombia tiene mil leyes y un millón de remiendos decretales a las mismas, pero no tiene una Ley dedicada exclusivamente a su Patrimonio Documental y Bibliográfico, una ley que podría redefinir y aclarar las competencias y responsabilidades que actualmente tienen las instituciones públicas implicadas en el patrimonio bibliográfico y documental de la nación, y una ley donde se podría fomentar la fórmula de la “donación” previendo, como ejemplo, que este medio sea una forma de pago de la deuda tributaria (especialmente en el caso del impuesto de transmisiones sobre las herencias) y una forma de desgravación fiscal.
 

            En algún lugar leí que el filósofo rumano Ciorán no leía novelas porque, decía, habiendo ocurrido tantas cosa en el mundo, cómo podía interesarse por hechos que ni siquiera habían acaecido. Prefería leer diarios, memorias, autobiografías, correspondencia, libros de Historia. Vuelvo a pinchar en la relación de registros sobre Andrés Caicedo que el catálogo en línea de la Biblioteca Luis Ángel Arango me ofrece, esta vez en los registros número 2 y número 13. No sé si las narraciones de Caicedo acontecieron o no, pero esas marcas autobiográficas: “mecanografiado, correcciones y parte de la numeración escrita a mano”, “mecanografiado”, “en papel periódico manchado”, me trasladan a un tiempo donde “Para comenzar esta historia pudiera escoger una mañana luminosa, un viento sin polvo (la plasticidad de los contrastes), un atadito de libros. Mejor veamos: a las 9 de la mañana baja por la Avenida Sexta, hacia el sur, un bus «Blanco y Negro» («Blanco y Nunca», le decíamos de muchachos). A esa hora iban más bien vacíos. Cuando Angelita montaba en bus…”; esas marcas autobiográficas, una particular caligrafía, un error subrayado, el esbozo de un dibujo infantil, una fecha y una hora concretas anotadas en el margen de un folio mecanografiado, me trasladan a una realidad  más tierna y dura que la propia realidad de la ciudad de Cali.

 

5 de agosto de 2013

 

Alfonso Rubio
Director
Grupo de Investigación Nación/Cultura/Memoria

 




[1] La colección de archivos históricos de la Sala de Patrimonio Documental de EAFIT, está formada por cerca de 90 archivos privados (archivos familiares, personales, empresariales, bancarios, ganaderos, agrícolas, de asociaciones cívicas y culturales, etc.) que se han ido adquiriendo mediante donación y compra. Ahí encontramos archivos como los del Banco y Pasaje Sucre, de la Compañía Nacional de Exportaciones, de la Corporación Patriótica de Antioquia; archivos de la Familia Ángel Escobar, Ospina Vásquez; o los archivos de Ciro Mendía, Jorge Restrepo Uribe o José María Uribe Uribe.

martes, 25 de junio de 2013

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LAS TRISTES ELECCIONES EN LA FACULTAD DE HUMANIDADES  DE LA UNIVERSIDAD DEL VALLE


Es triste y no sorprende. Y es triste porque, además, no sorprende. La elección de decano –esta vez fue elegida una decana- en la Facultad de Humanidades de la Universidad del Valle estuvo salpicada por el escándalo. Después de largos doce años con un mismo decano, el profesor Darío Henao Restrepo, el profesorado de la Facultad de Humanidades intentó sacudirse de su modorra y, por fin, en vez de una reelección hubo nuevas candidaturas. Sin embargo, de manera intempestiva, en el mismo día de las elecciones fue anunciada la renuncia de uno de los candidatos debido a amenazas de muerte. El profesor William González, hasta ese momento vicedecano de Investigaciones, anunció que había recibido amenazas que lo obligaban a renunciar a su candidatura.  

Hubo elecciones, no obstante, y triunfó ampliamente la profesora Gladys Stella López, de la escuela de Ciencias del Lenguaje. Aun así, la mancha del escándalo obliga a reflexionar acerca de lo que ha venido siendo y debería ser nuestra Facultad de Humanidades, y también acerca de una necesaria reforma de los procedimientos de elección para cargos de esta naturaleza. Hay demasiados intereses, ambiciones y recursos económicos en juego que convierten la elección de un decano de una Facultad en algo que supera lo estrictamente académico y que se convierte en un asunto de política de la más baja calidad. Es mejor frenar ahora en seco y evitar nuevas situaciones escandalosas que dejan a la Facultad de Humanidades y a la Universidad del Valle expuestas al descrédito.  

No tengo autoridad ni elementos de juicio para dar un concepto definitivo sobre la renuncia y las denuncias del profesor William González; pero no es difícil percatarse que el método de la democracia representativa, aplicado en la escogencia de un decano, sirve más para explayar los defectos y mezquindades del ser humano que para reproducir sus grandezas. Tampoco es difícil admitir que en el pasado próximo hubo otros escándalos, reclamos e insatisfacciones que han terminado por agrietar cualquier propósito de un gran proyecto institucional. El procedimiento electoral sólo ha servido para alimentar la fragmentación de los profesores, para crear un clima de tensión innecesario.

En la Universidad del Valle, como en cualquier universidad colombiana, hace falta definir mejor las prioridades en la adjudicación de recursos económicos. El cargo de decano debería ser austero; los recursos económicos que estamos necesitando para fortalecer un sistema de posgrados, para financiar a estudiantes de doctorado, para sostener un verdadero departamento de publicaciones, no puede destinarse a alimentar las ambiciones (y diversiones) personales de quienes ocupan ciertos cargos en la dirección universitaria. Los recursos deben ser para las Facultades y no para los decanos.

Además de eso, el procedimiento de elección de un decano debería basarse en criterios más meritocráticos que democráticos y, al tiempo, debería tener un matiz mucho más participativo. Tal como funciona la actual reglamentación electoral, muchos de los departamentos y unidades académicas que componen la Facultad no podrán postular y hacer designar un decano. Ese cargo debería ser rotativo entre todas las unidades, sin oportunidad de reelección y con base en la postulación de ternas de candidatos que cumplan unos requisitos básicos fundados en la reunión de determinados méritos y trayectorias.

Me permito sugerir que la decana recién elegida promueva una reforma del reglamento de elección o designación de decanos; a ver si evitamos escándalos peores. Y, sobre todo, a ver si podemos sentirnos, los profesores de la Facultad de Humanidades, parte activa de una Universidad que es responsable con los recursos públicos. Menuda misión tendrá la profesora López, rescatar la Facultad de Humanidades del ostracismo, del desprecio institucional interno y del desprestigio externo. Si ella lo desea, puede liderar un necesario proyecto colectivo con prioridades de orden estrictamente académico.

Nota Bene: Esta opinión es personal y no incluye ni determina la que pueda tener el grupo de investigación ni la unidad académica a la que pertenezco.

GILBERTO LOAIZA CANO
Premio Ciencias Sociales y Humanas-Fundación Alejandro Ángel Escobar, 2012